«No me ire muriéndome sin saber dónde está mi hija»

Ha terminado ya el juicio contra El Cuco y la incógnita que trae por la calle de la Amargura a la familia de Marta del Castillo tampoco se ha despejado. Ni el menor implicado en la muerte y desaparición lo ha dicho ni se ha logrado determinar por las pruebas aportadas dónde está el cuerpo de la joven que es la máxima preocupación de sus padres en estos momentos, aparte de que se haga justicia. Han sido dos semanas interminables de idas y venidas al juzgado, de revivir aún más, si cabe, la noche de aquel 24 de enero, de pasar frío, de oír relatos estremecedores y todo ¿para qué?

«Para ver claro como lo hemos visto que El Cuco es culpable y comprobar el fantástico trabajo del grupo de Menores y de la Policía Científica, que hace lo que puede con los medios que tiene, porque si el Ministerio del Interior le da poca importancia a esto y no aumenta el presupuesto los efectivos no son responsables», dice Antonio del Castillo, el padre de Marta, para advertir: «Yo no sé el tiempo que Dios me dará de vida pero no me veo muriéndome sin saber dónde está mi hija. Si la Justicia no lo consigue yo seguiré buscando y pondré los medios».

Las leyes y los delincuentes

También ha sacado en conclusión que las «leyes arropan a los delincuente, que ellos tienen las de ganar y que en un Estado de derecho esto no se puede consentir». Por eso han llevado al Parlamento más de 1.660.000 firmas pidiendo cadena perpetua para este tipo de delitos y aún no tiene respuesta la familia sobre el destino de esa opinión popular que contabilizada en votos supondría más de veinte escaños en el Congreso de los Diputados. Pero si no saber de su hija le está haciendo pasar un calvario no es menos indignante para él que la pena máxima que le pueda caer a El Cuco sean 6 años encerrado en un centro, porque el hecho de que la Fiscalía haya pedido que se le condene por un delito de encubrimiento en caso de que el juez no vea probada la autoría del menor lo interpreta el padre de Marta como un exceso de celo para que no salga impune.

Siempre lo ha dicho Antonio del Castillo y ahora se reafirma en la cantidad de personas que se están lucrando con la sangre de su hija concediendo entrevistas en los medios de comunicación. Asevera que eso debería estar prohibido por ley y pide a la Prensa que no le dé dinero a esta gente «que yo estoy recorriendo los platós sin cobrar, como es lógico, porque necesito ayuda, porque esto no se puede quedar en el olvido y, sin embargo, hay algún implicado que dicen que va a ser modelo y veremos a ver qué será de los otros de la pandilla cuando todo esto acabe, si se harán famosos y todo».

Cuando habla de los implicados no se le cae de la boca «cómo es posible que no les hagan hablar», algo que ha estado repitiendo desde que fueron detenidos hace dos años. No hablan, no sabe dónde está su hija y tampoco ha podido verlos a todos en un mismo juicio «que sería lo normal, no El Cuco ahora y luego después del verano, eso dicen, los mayores».

«Yo lo que quiero —añade— es que el juicio de los otros sea cuanto antes y que esto se acabe ya para poder enterrar a nuestra hija como una persona que es, para que no se dilate más esta agonía».

A pesar de lo visto la familia no pierde la esperanza y aún tiene la baza del juicio a los mayores —Miguel Carcaño, su hermano Javier, la novia y Samuel— donde «puede que digan algo». Mientras solo les queda esperar las sentencia del menor con una pena máxima «vergonzosa» y dejar pasar los días.

Hoy, Antonio se reincorporará al trabajo y el abuelo, que está muy desmejorado, a lo mejor decide ya operarse del menisco.

Sin consuelo seguirá Eva, la madre de Marta. Cuando se le pregunta a Antonio por ella dice:«¿Cómo va a estar..?»

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