Amy Winehouse decidió que iba a ser una gran noche

Una demoledora mezcla de cocaína, éxtasis, ketamina y alcohol pudo acabar con Amy Winehouse, según los amigos de la cantante

Convertida ya en leyenda, integrante de ese panteón de músicos jóvenes arrancados en medio de un delirio de alcohol y drogas, Amy Winehouse recibió el homenaje de sus seguidores con un manto de flores y mensajes delante de su casa en Camden Town, al norte de Londres. A la leyenda se agregarán ahora todos los rumores y versiones que circulan por la prensa, Twitter e internet sobre sus últimas horas.


Un amigo de Amy aseguró al «Daily Mail» que había visto a la cantante de 27 años comprar cocaína, éxtasis y ketamina el viernes a las diez y media de la noche. «Había decidido que el viernes sería una gran noche», añadió la fuente. Amigos de la estrella le comentaron al «Sunday Mirror» que la causa de su muerte debía ser la «mezcla de una mala píldora de éxtasis con una gran cantidad de alcohol». Todos los testimonios coinciden en tres hechos: que la cantante estaba drogada, que la droga era de mala calidad y que la combinación había sido devastadora porque «Amy podía tomar toda la cocaína del mundo en una noche». Estas versiones coincidentes no podían aclarar sin embargo algo elemental: si Winehouse estaba sola o acompañada.

«Parecía ida», dice su madre

Ayer la policía británica se negó a confirmar estas versiones. «Sería inapropiado en estos momentos especular sobre la causa de la muerte», señaló el portavoz de la policía Rau Kholi. Según la jerga policial británica, la muerte se trata como «no explicada»: los resultados de la autopsia se conocerán durante la semana. El término «no explicado» parece descartar la posibilidad de suicidio u asesinato. Por el testimonio de otras fuentes se sabe que la cantante todavía estaba viva cuando llegó la ambulancia a su casa de Camden Town el sábado a las cuatro de la tarde. En medio de la congoja, la familia de Winehouse pidió ayer que le dieran tiempo para llorar una muerte que ha dejado un «agujero en nuestras vidas». Su madre, Janis Winehouse, señaló al «Sunday Mirror» que siempre había pensado que iba a morir joven. «Parecía completamente ida. Pero aún así, me cuesta aceptar que haya muerto», señaló Janis Winehouse.

Mientras tanto, seguían llegando ayer tributos del mundo de la música y el arte, de admiradores diversos a través de las cuentas de Twitter, desde la actriz estadoundiense Demi Moore a Jessica Alba o el cantante Ricky Martin. El actor Russel Brand, un ex drogadicto, escribió un largo homenaje a la cantante exhortando a los medios y el público a cambiar su percepción de las drogas. «Winehouse y yo compartíamos una enfermedad, una adicción muy grave que termina en la cárcel, el psiquiátrico o con la muerte. No hay que criminalizarlo como un acto delictivo o convertirlo en una pose romántica: hay que representarlo por lo que es: una enfermedad», escribió Brand.

Convertida por obra de la muerte en prima hermana de Janis Joplin y Jimmy Hendrix, de Kurt Cobain y Brian Jones, Amy Winehouse había ganado cinco grammys con apenas dos álbums, pero su carrera venía dando tumbos hacía tiempo entre clínicas de rehabilitación y escándalos. En las últimas semanas la pendiente se hizo vertiginosamente pronunciada. En Belgrado, borracha, apareciendo y desapareciendo del escenario, hizo su última aparición pública internacional. La gira se suspendió. Su actuación en Bilbao el 8 de julio quedó para un futuro que ya no va a ser.

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