Bretón burló a la Policía, pero no a la Ciencia


Si José Bretón incineró a sus dos hijos de dos y seis años el 8 de octubre del año pasado en la finca familiar de Las Quemadillas de Córdoba y la confirmación del crimen, diez meses después, ha sido posible gracias a informes científicos privados encargados por la familia materna de Ruth y José, nuestra Policía científica no es tan buena como creíamos. O no cuenta con los medios adecuados. O no sabe buscar ayuda complementaria allí donde debe buscarla cuando sus propios medios son insuficientes. Esa es una de las cosas que tiene que explicar el ministro del Interior en su comparecencia prevista para hoy mismo.


Sería, en todo caso, prematuro decir que la Policía no ha hecho bien su trabajo. Hay que esperar para poder aseverar tal cosa, sobre todo porque las consecuencias de una negligencia así serían muy graves. Tan graves como haber tenido en vilo a una familia que desde hace diez meses sigue agarrándose como a un clavo ardiendo a la hipótesis de que los niños seguían vivos, puesto que no se había encontrado rastro alguno de ellos ni en la hoguera que Bretón hizo ese día en la finca ni en los sucesivos rastreos y excavaciones realizados en el lugar.

Y también es prematuro un juicio condenatorio de la labor científica de la Policía porque hay todavía muchos datos que no conocemos. No conocemos cuánto tiempo es preciso para realizar unos análisis absolutamente fiables de los restos de la hoguera; no conocemos qué medios técnicos y qué conocimientos científicos se precisan para ello; no conocemos si la Policía utilizó todos esos medios, que al parecer sí han utilizado los investigadores Francisco Etxeberria y José María Bermúdez de Castro contratados por la familia para llegar a unas conclusiones diametralmente distintas de aquellas a las que llegó meses atrás la unidad de antropología forense de la Comisaría General de Policía Científica, que concluyó que los huesos no eran humanos.

La confirmación plena de que Bretón incineró a sus hijos alivia a la sociedad, pero no a la desventurada madre de Ruth y José, que es a quien Bretón quería herir de muerte matando a los dos niños. Alivia a la sociedad porque finalmente se habría esclarecido uno de los crímenes más horrendos conocidos en España en los últimos años. Alivia a la sociedad porque Bretón tal vez haya sido más listo que la Policía, pero no más listo que la Ciencia.


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